De economía, masacre e infamia

Ahora que mis huesos se recomponen a pesar de el frío que comienza a arreciar (algunos dirán que ya era hora), me dispongo a reflexionar sobre economía, la agencia Moody's y toda esta amalgama de infortunio e infamia que envuelve a los mercados. Para empezar, he de contaros que yo de economía ni papa, hablo desde el desconocimiento, desde la frustración que me produce leer y escuchar cosas que harían palidecer a cualquier ser inteligente de otro planeta.



Voy a intentar organizar las ideas, lo que pienso de las diferentes acciones y reacciones que veo o he visto desde que la crisis nos golpeó, allá por el 2008-2009. Ruego a cualquiera que lea esta entrada que no dude en ejercer de pedagogo máximo y decirme si estoy equivocado o no. De verdad, prometo no chillar.

Todo esto empezó porque unos señores comenzaron a vender más de lo que tenían, y a comprarle más de lo que podían comprar a la gente. Total, acababan vendiéndole lo que fuera a quien fuera, sin importar lo más mínimo quién fuera ni tampoco si esa persona podía, en un plazo de cinco meses, dejar de pagar. ¿Para qué? Pues para vivir a todo trapo: coches de lujo, bebidas de lujo, casas de lujo, comidas de lujo, mujeres de lujo... ups. Todo de lujo, "sin reparar en gastos" como decía el de Jurassic Park. Claro que, tontos de nosotros, nos sumamos felizmente al carro del despilfarro, de la subida y bajada de los tipos de interés para comprarme un coche, un piso, una tele y una lavadora de última generación... nadie podía imaginar que todo iba a explotar. ¿O sí?

Hablar con la perspectiva puesta en el presente es jugar con ventaja, pero cabe hacer la reflexión, merece la pena pensar qué mecanismos y qué formas podríamos haber llevado a cabo para no liarla tan pardísima. Sin embargo, parece que nadie lo entiende. Las bolsas siguen haciéndole caso a Moody's, los bancos europeos (mayormente franceses y alemanes) se frotan las manos ante cualquier indicio de debilidad, haciendo su agosto sin mayores dificultades en cualquier país que se precie.

Como decía Einstein, la energía no desaparece, sólo se transforma (o algo así, me entendéis); lo mismo pasa con el dinero. Como el aire caliente, cada vez está más arriba y en menos zonas, menos repartido. Me juego el pescuezo a que incluso en nuestro fracturado país ha habido gente (poca pero a lo grande), que se habrán hecho de oro con todo este follón, pero de oro de verdad. Y nosotros seguimos haciendo el canelo, seguimos bailando al son de la bolsa, al son del mercado de valores, las divisas, el índice de deuda de no se cuántos y la madre que los trajo a todos. Pero a currar cada día y a aguantar que gente con corbata te miren por encima del hombro en depende de qué situaciones. Cada día entiendo más ciertas ideas revolucionarias, ciertos dogmas instalados en la mentalidad de la gente a través de años y años. Si esto no explota será porque somos unos lusers, unos alborotadores sin sentido, gente que ve lo que pasa pero no hace ni dice nada.

Y mañana es lunes, festivo para el 100% (me arriesgo, porque fijo que gano) de las oficinas españolas, pero a algunos nos toca comernos la mierda de los demás y levantarnos para ir a currar; mientras el banquero feliz aprieta un botón invisible y todo vuelve a derrumbarse...

Hoy estoy cabreado así que sólo os deseo la paz que cada uno merezcáis.

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