Compendio 2ª Parte - Políticos y sus políticas



Pero de verdad, ¿no lo ven? Ya lo decía Pérez-Reverte en la entrevista que le hicieron en Salvados, la nobleza ha cambiado títulos nobiliarios por poder político. Ahora defienden al pueblo (teóricamente) en vez de con armaduras, espadas y ejércitos, con talonarios, deuda y ejércitos. No han cambiado tanto. Allá vamos pues con la segunda cosa que debería cambiar en este país y en general en el mundo para que las cosas fueran un poco menos malas: los políticos y sus políticas.

Independientemente del concepto que tenga cada uno de la realidad y de cómo deberían ser las cosas, hay puntos clave, nexos de unión y líneas rojas que cualquier político del futuro debería conocer, respetar y mimar. Cualquier ideología política debería contemplar la educación como uno de sus pilares fundamentales, me da igual que sean de derechas o de izquierdas, si tienes a una generación educada y culta es mucho mejor que no tenerla. Otro de los puntos clave debería ser los derechos de los ciudadanos. No puede ser que nuestra carta magna nos ampare ante ciertas cosas que luego entidades privadas o semiprivadas nos arrebatan sin piedad -o con la piedad típica de un estado neoliberal-. Y sólo por citar un par de cosas más: libertad y protección.

Pero ojo, cualquier político del tres al cuarto me saltará con que eso son cosas que ya las tenemos hoy en día. No es cierto, y la demagogia de nuestros políticos ya me ofende. Que si las leyes de educación cambian tanto de una a la otra es porque el que la aplica en este momento es más consciente de las necesidades de las generaciones futuras que el descastado que pergeñó la reforma anterior. Que si ahora tenemos que recortar derechos de los trabajadores es porque antes tenían demasiados y nadie protegía al pobre y triste empresario. Esto representa claramente la separación que hay ahora mismo entre pueblo y políticos. La mitad de ellos piensan que no tenemos ni idea de lo que está pasando, que somos ovejas; y a la otra mitad le importa una mierda.



Hay cosas que no entiendo. La clase política sigue ahí, enfrascada en un continuo regurgitar de políticas, esfuerzos, eslóganes y artimañas palaciegas. No, eso no debería ser así. Yo votaría a un político honrado que cumpliera su programa pesase a quien pesase; que no se casara con ninguno de los grandes bancos o las grandes multinacionales de este país por unos cuantos votos de mierda, que fuera honrado, justo y fuerte en la defensa de los intereses de nuestro pueblo. Y digo pueblo, que no país. Y cuando digo pueblo me refiero a toda la gente que vive en este país, no sólo a los obreros y los desfavorecidos.

Ese es un problema de la izquierda (los de la derecha no los voy a nombrar porque me abruman, pero da para llenar trescientas páginas sobre moral, ética y sentido común), consideran que el empresario es alguien que por defecto va a ser malo con sus trabajadores. Lo que no se dan cuenta es que con esa generalización vaga e infame se genera una fuerza igual y opuesta. Todos hemos escuchado a jefes decir "¿Me estáis tomando el pelo o qué?" ante cosas que tú creías de sentido común. Este ideario político de mierda se filtra a la sociedad, la empaña, la ensucia y la embarra. 

Conclusión: Maquiavelo lo tenía más fácil en su Príncipe. El día que tengamos una clase política que no vista de púrpura, de rojo o de azul, que se mueva con las corrientes que preocupan realmente a la gente, que sea justa y fuerte y que no intente perpetuarse indefinidamente en el poder, comenzaremos a tener propuestas políticas que no sean injustas, que no impulsen una sociedad con la que muchísimos no estamos de acuerdo, una sociedad desigual y llena de tintes oscuros, desesperación y desilusión. 

Los políticos están hundiendo este barco. O saltamos del barco o los lanzamos por la borda.

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