El Dilema

Pedro Sánchez, gran parte de la cúpula socialista y una buena parte de los militantes más acérrimos del PSOE, se encuentran desde hace tiempo atareados en ponerle parches a un barco que lleva demasiado tiempo haciendo aguas. Y ahora, después de una campaña electoral en la que han salvado la hegemonía del antiguo buque insignia de la izquierda de milagro y con parches hechos del papel de su programa electoral, da la impresión de que el partido se encuentra completamente a la deriva.

Con el NO asegurado de Podemos a la candidatura de Rajoy, o al Partido Popular en su conjunto, la única opción de gobernabilidad que le queda al partido conservador es la de convencer al PSOE de apoyarles con el SÍ o con la abstención. Cualquier otra opción dejaría un gobierno, de conseguirse la investidura,  excesivamente débil durante la legislatura, pues solo el apoyo de Ciudadanos no garantiza una mayoría suficiente en el Parlamento. De ahí que, haciendo malabarismos con la hemeroteca, el PP se haya lanzado a una maratoniana ronda de encuentros bilaterales con los partidos independentistas, con la esperanza de asegurarse la abstención de éstos. Es de esperar que los votantes del PP asuman ahora que lo de dialogar con los independentistas ya no rompe España...

El problema está en qué hacer con el PSOE. Ya hay voces dentro del PP y de los sectores más conservadores, que alertan sobre el papel que tienen que jugar los socialistas. Obviamente, el moribundo sistema bipartidista prefiere al PSOE, y no a Podemos, como alternativa de gobierno. El dilema es que, si bien el apoyo por activa o por pasiva del partido socialista se antoja imprescindible, cualquier acción en este sentido colocará a Podemos como el partido líder de la oposición y, por tanto, la percepción como alternativa real de gobierno se hará aún más patente.

Por supuesto que Podemos tiene que mejorar muchas cosas, limar asperezas, revisar sus alineamientos y centrarse de una vez en intentar no enviar una imagen de veleta ideológica. Y quizá todo ello debiera pasar, en virtud de su historial de partido abierto y demócrata, por que sus militantes dictaminen si Pablo Iglesias ha actuado bien o no. Pero, independientemente de eso, lo que está por ver ahora mismo es como solucionan los de la caverna la papeleta de vendernos a Pedro Sánchez como el líder de la oposición (con todas las ventajas parlamentarias que ello implica) mientras le da el gobierno a Mariano Rajoy.

Aquellos que aseguran que no habrá terceras elecciones bien harían en contener el aliento...

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  1. Buen análisis, compañero. Yo me resisto a creer que vaya a haber unas terceras elecciones, no por voluntarismo buenista, sino porque hay muchas fuerzas vivas que no lo desean, y cuando el patrón golpea la mesa, hasta los nacionalistas y el PP (hasta el PSOE!) pueden ponerse de acuerdo.

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  2. Como te he dicho antes, buen análisis, concreto y al lío, como me gustan. Por mucho que me de miedo coincidir con el señor Mariano, que se celebrasen unas terceras elecciones sería todo un esperpento. Que se pongan de acuerdo y si no son capaces, que dimitan y dejen paso a alguien que sí lo sea.

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