Moldeando el hundimiento

Voy a iniciar este año blogger con la misma intensidad que llevo hasta ahora. Escribir aquí de vez en cuando para cagarme en todo lo que se menea y me disgusta. Mira que dije en su día que este blog iba a dar que hablar, pero la verdad es que me cuesta cada vez más invertir mi poco tiempo libre en divagaciones sin sentido. Me desesperan muchos aspectos de la sociedad, y podría haber creado una polémica muy intensa con el tema nacionalista hace poco tiempo, podría escribir un post diario cagándome en los nacionalistas de papel couché y en los fanáticos del no-nacionalismo. ¿Para qué? Bueno, para nada.

Pero escribo ahora porque creo que es un momento triste en la sociedad librera catalana, y concretamente en lo que concierne a las librerías más antiguas de nuestro país. Bueno, como ya es sabido por todos ustedes, la Llibreria Catalònia ha cerrado sus puertas. Como muchos articulistas de postín se han dedicado a decir, es una librería que ha sobrevivido al franquismo (cambiando su nombre y tal), pero no ha sobrevivido a la dictadura de los mercados. ¿Pero ese es el motivo principal de que haya caído una de las librerías históricas más queridas? Bueno, claro está que muchos de los que ahora se tiran de los pelos hacía mucho tiempo que no se pasaban a comprar un libro.



Es muy propio de la alta burguesía catalana, el estirarse de los pelos y maldecir a los cuatro vientos los mercados, pero luego no hacer absolutamente nada para cambiarlos. Porque puedo contar muchas veces que me han preguntado ¿por qué tienes tan pocos libros en catalán? y yo les he contestado "Si viene cada semana a comprarme un par, traigo más". Porque nos quejamos de las leyes del mercado y mierdas por el estilo pero no movemos un dedo para cambiarlas. Los clientes son exigentes con la calidad de los libros pero luego se llevan el que está saldado, a 3€ el ejemplar señores, que me los quitan de las manos.

Eso no se dice, o sí se dice pero se camufla en el ambiguo "el sector ha cambiado, la forma de consumir es distinta". Bueno, la forma de consumir hace tiempo que cambió al libro de bolsillo, pero no sólo eso, sino que la gente cada vez lee más libros de oferta, aunque sean verdaderos engendros nacidos de la mente uniformada de un escritorucho de tres al cuarto. A pesar de estos cambios, lo que realmente destruye puestos de trabajo es la falta de adaptación de algunos empresarios.

Aparte de trabajar en una librería, tengo amigos que trabajan en otras, vamos, que puedo hablar con algo de conocimiento de causa. A los dueños de librerías medianas o pequeñas les ha pasado lo que nos ha pasado a casi la totalidad de las familias en este puto país, nos creímos ricos cuando éramos más o menos igual de pobres que siempre. Total, que se embarcaron en proyectos ambiciosos, gastos ingentes de capital que no tenían iban destinados a ampliaciones monstruosas de espacio, a rellenar las estanterías hasta que estuvieran a petar, sin esperar a devoluciones, sin hacer un control de stock minucioso ni todas estas cosas que en cualquier otro país se comprenden indispensables para desarrollar un negocio viable.



Pero así es como hacemos las cosas aquí, algunos dirían que a lo loco, yo digo que a la estúpida. Y así nos va, que si a los señores dueños de la Catalònia les van mal las cosas, no es porque ellos lo hayan hecho mal, sino porque todo ha conspirado en su contra. Ojo, atención, cuidado, no quiero decir que su mala gestión (no sé si la habrá habido pero puedo imaginármelo) haya sido la única causante del cierre, sino que ha contribuido muy mucho a que todo lo demás que nos está pasando hiciera la situación difícil de manejar cuanto menos. Es muy propio de este país y de los adolescentes en particular el echar la culpa a los demás cuando nosotros mismos la estamos cagando. Supongo que esto es común al ser humano, pero también creo que hay otros sitios en el mundo en el que les cuesta mucho menos reconocer sus propios errores en la dimensión en la que lo son.

Y bueno, centrándome en la Catalònia en concreto, desearle mucha suerte a los compañeros libreros que quedaban ahí trabajando (ya hicieron reducción de plantilla hace unos meses) y a los dueños también. A nadie le gusta ver cómo una librería de tan recio abolengo acaba convertida en un triste e infame local de comida rápida.Y menos en los tiempos que corren. 

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