Felipe VI y la libertad tutelada


España es el país del enchufe por excelencia, y si nos fijamos en la "primera familia" del país, ya ni hablemos. Vale que, por tradición, las monarquías son hereditarias y todo eso, pero la española goza de ciertas peculiaridades que deberían llevarnos a pensar antes de dar las cosas por sentado.

La corona que pesa hoy sobre la cabeza de Juan Carlos es el ejercicio práctico de las últimas voluntades del último, valga la redundancia, dictador fascista de Europa. Juan Carlos juró su proclamación sobre las leyes fundamentales del Régimen y rubricó un amago de transición à l'espagnole para no cambiar nada cambiándolo todo. Hoy, las mayores fortunas, incluso el oligopólico entramado de las empresas energéticas, son directas consecuencias de un estado de facto afianzado durante los cuarenta años de reinado de Franco (curiosamente los mismos que Juan Carlos antes de abdicar).

Y seguimos con la política de cambiarlo todo para cambiar nada con la proclamación de Felipe VI como nuevo monarca, llamado a dar "un nuevo impulso" de juventud (a sus cuarenta y seis años) a la institución, al tiempo que los expertos en derecho constitucional se las ven y se las desean para buscarla forma de que el rey siga siendo inviolable ante la ley. El problema de todo esto es que los pilares del sistema son los mismos que en el 78, pero en un contexto sociopolítico diametralmente opuesto.

Para empezar, Felipe llega a una España donde buena parte de la ciudadanía está acostumbrada a votar cada cierto tiempo (aunque sirva para lo que sirve). La vida en este país, a pesar de los esfuerzos de la Troika y el FMI por devolvernos a la Edad de Piedra, ha cambiado mucho desde que Franco muriera en la cama y su sucesor saliera a las Cortes con más miedo que vergüenza a "mantener la unidad de la patria". Los españoles aspiramos a algo mejor, nos sentimos más susceptibles y legitimados que nunca para exigir a las instituciones un grado de ejemplaridad democrática que se aleje del concepto tutelado que nos legaron los artífices de la transición. España se compone de una sociedad adulta que no necesita que le digan cuándo protestar y cuándo callar, que es para lo que se diseñó este sistema que ya no le da ni para estertores.

Un rey inteligente debería ser consciente de todo esto y tener los arrestos de cambiarlo todo para que todo, en efecto, cambie de verdad. No debería ser anormal en los tiempos que corren que la ciudadanía pudiera refrendar al monarca de turno para cargarlo de la legitimidad que una tradición rancia no puede aportar por sí misma. No debería ser anormal que existiesen mecanismos democráticos para que la sociedad pudiera escoger libremente cómo organizarse, aplicando lo que los buenos constitucionalistas defienden: que cada generación debería tener derecho a votar su constitución. Sería interesante que, por una vez, no fuésemos los primeros en picardía, en malnutrición infantil (casi) o escaqueo en el curro, sino en reinventar una institución medieval acompasándola con los tiempos que corren.

El problema es que los monolitos que nos gobiernan siguen pensando en la España inmadura que no sabe regirse si no es con la tutela de quienes saben, contribuyendo irónicamente a que no podamos quitarnos esa cruz aunque queramos, polarizando las pasiones hasta convertirlas en una violencia que les justifica a ellos y a la necesidad de que nos sigan tratando como a lactantes políticos. Es lo que hacía Franco, es lo que nos ha legado y es lo que no nos quitaremos de encima hasta que llegue un rey con los cojones de exponerse a la aprobación pública o que estalle una sociedad que ya no puede soportar más expolios.

Pronostico que el reinado de Felipe VI será mucho más movido que el de su padre.

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  1. Sí Felipe fuera inteligente, como dices, se sometería a un referéndum. Una solución sería, creo, plantear una República Presidencialista como opción a una Monarquía Constitucional como la que tenemos. En el caso de que ganara la opción republicana, él mismo se podría postular a la Jefatura del Estado y, de ese modo, todos contentos.

    Hasta le vendría de perlas a Rajoy si lo que pretende es dar un impulso a su gobierno...

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    1. Eso no pasará nunca, porque no es lo mismo un mandato (y una inmunidad) vitalicio que uno de 4 u 8 años a lo sumo...

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  2. De hecho, creo que una acción valiente por parte de Felipe en plan: "Aquí estoy, me considero preparado y me presento para ser jefe del estado español para los próximos x años" (10 podría ser una cantidad adecuada) le podría dar una legitimidad que nadie podría discutir. Y sinceramente, creo (que no deseo) que saldría elegido democráticamente.

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    1. El problema es que esta familia nunca ha sabido jugar sin las cartas marcadas. Coincido en que saldría elegido, pero no se arriesgaría en la vida a perder, por nimia que sea la posibilidad.

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