Las urgencias electorales de IU


La izquierda tradicional está nerviosa, y no le faltan razones. El fenómeno Podemos, surgido prácticamente del cóctel de un 15M deslavazado y un programa de televisión en un canal marginal, le está comiendo el terreno a ojos vista. Este nerviosismo contrasta con la reacción inicial a la irrupción de Podemos en las elecciones europeas, cuando los dirigentes de IU se apresuraron a declarar que Podemos no era su adversario, sino ese bipartito de facto que está abocando a este país a convertirse en una subsidiaria de cualquiera fondo de inversiones internacional. En el fondo, todos en aquel momento pensaban que Podemos iba a ser flor de un día, lejos de imaginar los repetitivos martillazos que supondrían las sucesivas encuestas de opinión de voto que se han ido sucediendo hasta hoy.

No, Podemos no parece ser la foto fija de un momento de crispación. Podemos ha logrado, para bien o para mal, sintonizar con el pensamiento de una sociedad que ha abandonado la polaridad izquierda-derecha desde que el Pensamiento Único se manifiesta con más virulencia en todo el mundo. El socialismo ya no es una respuesta válida a las necesidades de la mayoría social, y la izquierda más de izquierdas no acaba de demostrar su valía potencial en un discurso que quiere ser el de la calle, pero desde las instituciones. Es algo bochornoso que, sin haber tocado cotas significativas de poder, se vea tanto salpicón de presunta corrupción en la formación de izquierdas aún dirigida por Cayo Lara (los consejeros de Caja Madrid nombrados por IU, escándalos en el Ayuntamiento de Sevilla, etc.). La gente se pregunta: si aún no han conquistado autonomías significativas, ya no La Moncloa, y ya están con medio pie manchado, ¿que podemos esperar? Por esto y mucho más, la sociedad abandona la dialéctica de la derecha y la izquierda en medio de este proceso de retroceso social que nos lleva a épocas de protocapitalismo y escasos o nulos derechos sociales, cuna, no lo olvidemos, del Marxismo y el Comunismo.

Así, la ciudadanía entiende mejor que da igual la etiqueta con la que pretendas definirte, sea de izquieras o derechas, el debate siempre ha sido, y cada vez más, de los de abajo y los de arriba, argumento que Podemos ha sabido explotar hasta los límites de la náusea, tirando de argumentario preparado que ya hiede un poco pero no deja de suscitar simpatías.

Pues bien, ahora que se acercan las elecciones y que el mandato de Cayo Lara llega a su fin, la formación que dirige se apresura en marcar las diferencias, ya no pasivamente, sino entrando en el mismo discurso descalificador de la derecha, que este servidor ha leído y debatido activamente en las redes sociales con militantes de base. Choca cuando menos comprobar que las críticas de los militantes de IU sean casi sacadas de los manuales anti-podemos del PP, aduciendo que venden humo sin sustancia, un programa económico lleno de utopías pero que, a fuerza de ser escrutado con tanto ahínco, se antoja mucho más elaborado que cualquiera de los partidos tradicionales, y si no os invito a que leáis un programa electoral cualquiera. Y no solo choca, sino que preocupa. Parece que no entienden que la gran mayoría de la sociedad española no se define por un color a ultranza, sino que busca discursos convincentes que apunten a resolver los problemas más acuciantes del momento. Si bien Alberto Garzón, potencial sucesor de Lara, reviste esta diferencia envolviéndose en la bandera de la ideología, hay que comprender que en el nuevo orden mundial las ideologías son como los grandes mamuts que se enfrentan a la extinción, en favor de las ideas, que no es lo mismo.

Pero si esto no es suficiente para los militantes de IU que ponen en solfa el programa de Podemos, habría que explicarles que sus autores son expertos pescados de ATTAC España, el mismo tanque de pensamiento progresista en el que Alberto Garzón prestaba su pluma y sus conocimientos como economista para ofrecer una alternativa al capitalismo galopante que nos mata lentamente. Cuando oigo a los defensores de IU como frente contra Podemos, parece que en su afán ofensivo defiendan el actual estado de las cosas, lejos de lanzar una contrapropuesta con las concreciones que ellos exigen de Podemos. Si hasta el propio Garzón, en una entrevista concedida a Espejo Público de Antenta 3 ha dicho que el programa económico de Podemos recoge muchos de los principios defendidos por IU, que a si vez manan en buena parte de ATTAC, solo que, según él, IU los matiza y los concreta desde la ideología. Esto no me parece mal; al contrario, me parece excelente, pero me gustaría que expusieran su programa ante los medios y los abrieran a la sociedad para debatirlo, como sí hace Podemos.

Es llamativo, pues, cómo puede cambiar el discurso de IU a tenor de estos dos factores: el futurible relevo en la coordinación nacional y la proximidad de las elecciones. Parece que se nos olvida que cuando la izquierda discute entre sí a dentelladas, la derecha solo tiene que esperar y ganar. Es una lección histórica que la izquierda no deja de repetir, acrítica y victimista. A mí particularmente me preocupa más que la militancia joven, llamada a relevar a la vieja guardia, mantenga este discurso y lo defienda. Espero que el sentido común de Garzón y su talante, en caso de erigirse en coordinador general, calmen estas aguas, porque si lo que necesita España es una convergencia del progresismo y el sentido común, IU lo está minando antes siquiera de ver reflejadas en las urnas lo que las encuestas pronostican. 

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