La cuestión ucraniana: pensamiento local, pensamiento global

Protestas en el Maidán
Ucrania les parece a muchos un lugar remoto. Otro más de esos incontables lugares donde la gente se está matando día a día, solo porque no conocen nuestro estilo de vida pacífico y civilizado: el europeo por supuesto. Y eso es porque los principales medios de comunicación se están esmerando, y mucho, en contarnos el conflicto fratricida que se está sufriendo en este país como un conflicto local. Nos los venden como el resultado de que unos salvajes totalitarios del este de Ucrania, enemigos de la libertad y la democracia, quieren hacer lo que les de la gana sin respetar al Estado de Derecho y unirse al malo de la película, Vladimir Putin, que quiere desestabilizar el mundo con sus fantasías de Poder y grandeza rusas. Dicho así puede parecer cómico, pero por desgracia es la pura realidad resumida en unas cuantas palabras.

Y es que, cuando se desconoce la historia, o deliberadamente se la ignora, suceden estas cosas. A la Historia, con mayúscula, solo se la menciona cuando a uno le conviene... y si no le conviene pues se tergiversa. Pero, puestos a contar este conflicto desde una perspectiva local, habrá que entender grosso modo, qué sucede en Ucrania y por qué, observándolo desde un punto de vista histórico.

La Rus de Kiev (862 - 1349)
Ya desde muy antiguo, el territorio noroccidental de la actual Ucrania perteneció a un conglomerado de pueblos conocido históricamente como la Rus de Kiev. Aunque se podría decir que Ucrania es la "depositaria" del legado cultural de estos pueblos, tanto ellos como Rusia lo reclaman como propio. Rusia, formada a partir del Principado de Moscú, cuyas tierras pertenecían en parte a la Rus, fue engrandecida más tarde por el Zarato Ruso y, posteriormente, por el Imperio Ruso. Éste se fue adueñando poco a poco de vastos territorios desde Siberia hasta, la que terminaron por absorber, Ucrania. Importante saber que entre estos territorios se encontraba el pueblo cosaco, en la península de Crimea y la zona sur-oriental de la actual Ucrania, que no pertenecía ni a la Rus de Kiev ni a Rusia, pues eran mongoles. Fueron conquistados por éstos últimos y desde entonces, y hasta que Nikita Jrushchov entregó a la República Socialista Soviética de Ucrania la península de Crimea y sus tierras adyacentes, sin duda creyendo que la URSS sería inmortal, los cosacos han sido rusos, no ucranianos.

No sin cierta razón, los ucranianos siempre se han sentido "invadidos" por los rusos. No es extraño que las tiranteces entre ambos pueblos surjan en momentos de crisis como la actual. Pero observando los datos que he aportado, se puede entender mejor por qué la zona sur-oriental de Ucrania no desea ser ucraniana. No es cierto que Rusia quiera invadir esos territorios porque sí: es que las gentes que viven allí se sienten rusos porque siempre lo han sido.

Y si bien la Historia nos arroja un poco de luz, quizá habría que detenerse a pensar lo que el conflicto ucraniano implica o significa de forma global en la actualidad.

Para empezar ha implicado que Rusia y Occidente (principalmente EEUU y la UE) hayan roto prácticamente sus relaciones. Si no roto, desde luego están significativamente deterioradas. Y, a pesar de que el intercambio de amenazas y golpes de mesa, aderezados con tímidas sanciones económicas y la pintoresca expulsión de Rusia del G7, no ha llegado más allá, que las relaciones bilaterales entre ambos esté bajo mínimos, devuelve al mundo a una situación de inestabilidad más propia de la Guerra Fría que de los tiempos que corren.

EEUU ha querido aplicar en Ucrania la misma política intervencionista que lleva aplicando desde la Chile de Allende o, incluso desde mucho antes, en Irán: echar del Poder a quienes no aceptan a las empresas norteamericanas ni el capital "dolarizado". En Ucrania fue elegido, de forma democrática y por mayoría, Víktor Yanukovich del Partido de las Regiones, partido pro-ruso de centro izquierda. Lo curioso de la democracia actual, esa que defienden a capa y espada tanto los EEUU como la UE, es que puede suponer que un partido político que no les guste suba al poder: en ese caso la democracia ya no mola. Cuando Yanukovich quiso acercar posturas con la Federación Rusa en vez de con Europa, todo el occidente de Ucrania se echó a la calle, situación que aprovecharon las potencias occidentales para apoyar públicamente y, muy probablemente, económicamente a la Oposición ucraniana, la perdedora legal de los comicios que ganó Yanukovich. Supongo que los ucranianos se olvidaron de por qué votaron a Yanukovich. Es como si aquí en España la mayoría votásemos a Falange y luego nos quejáramos de que nos pusieran a Francisco Franco II. Luego están los casos de corrupción del ahora ex-presidente y todo eso que nos han querido vender para decirnos lo malo que era Yanukovich, pero toda la Oposición, que ha sido aupada por poderes extranjeros y que usurpó el gobierno ucraniano tras la revuelta del Maidán, está salpicada de corruptos y de, aún peor, nacionalistas ucranianos de tendencia nazi.

Sacad vuestras propias conclusiones de todo esto. Pero los buenos de la película son a veces más malos que los propios malos. Lo que sí me queda claro es que, en la cuestión ucraniana, no hay buenos ni hay malos. Yo solo veo un juego de poder entre un bando capitalista y otro bando capitalista y, la verdad, no me gusta ninguno de los dos bandos. Si queréis sacar una conclusión más próxima a la verdad, hay pues que mirar las cosas desde el prisma de la legitimidad y, opinión mía, creo que está del lado ruso.

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  1. A mí lo que me fastidia de verdad es lo que dices al final. La guerra y la lucha es entre bandos capitalistas, sin alternativa realista del sistema, sin nada que se pueda hacer a priori para cambiar el asunto.

    Buen post compañero, me ha encantado la reflexión histórica, que lo sepas.

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